Galileo Galilei.
La iglesia vs la Razon
En 1633 Galileo Galilei fue llevado a juicio ante la iglesia acusado de herejía. Despues de un recorrido por las celdas y una revisión a las maquinas de tortura, Galileo cambia su posicion que defendia la teoria Heleocentrista de Copernico y se declara culpable de herejia. Una vez dictada la sentencia que lo condenaba a una vida de arresto domiciliario , la leyenda cuenta que, Galileo pronunció las palabras “Y sin embargo, se mueve”.
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Ciencia/Historia/Educación
En una carta a la duquesa Cristina de Lorena, Galileo escribia: “La Biblia no fue escrita para enseñarnos astronomía ( ... ) ni mostrarnos cómo es el cielo, sino cómo se va hacia él”. Galileo considerado como el padre de la ciencia moderna, consideraba, gracias a sus observaciones sobre el movimiento de los astros, que la Tierra y los demás planetas giraban en torno al Sol (Heliocentrismo), y no que los demás cuerpos celestes, incluido el Sol, giraban en torno al planeta tierra (Geocentrismo).
JUICIO A UN CIENTÍFICO
A Galileo le pesaban sus 68 años, la mayoría de los cuales había pasado mirando el cielo y contemplando el universo. Enfermo y casi ciego, se demoró en acudir unos meses al requerimiento de la inquisición para declarar por herejía. Lo hizo cuando en diciembre de 1632 fue obligado a presentarse inmediatamente con la amenaza de usar la fuerza contra él. El proceso comienza en abril de 1933 en la basílica de Santa Maria Sopra Minerva y duró nada menos que 70 días.
Después del interrogatorio al que fue sometido el acusado, en el que reconoció los cargos que pesaban contra él (la sospecha de grave herejía) se sometió a la autoridad de la Iglesia. Galileo pudo defender, días más tarde, el gran argumento de su obra científica que explicaba que la tierra se movía alrededor del sol y no al revés, explicado en su libro “Diálogos” , eso sí, buscando el equilibrio entre ciencia y fe. Para ello, cuestionó la literalidad de los textos sagrados y defendió que el método científico era en realidad un don de Dios con el que podemos observar la naturaleza e interpretar las Escrituras.
Pero ese equilibrio entre ciencia y fe que intentó mostrar Galileo en sus argumentos no sirvió para su defensa. La radicalización del proceso llevó a sus críticos a pasar de defender que el modelo heliocéntrico podía ser válido, pero no verdad absoluta, a terminar considerando que los textos de Galileo no eran más que una herejía.
De esta forma, Galileo fue acusado de contradecir a los padres de la Iglesia y a nada menos que las Escrituras, que en ningún momento cuestionan que la Tierra no estuviese en el centro del universo. Así fue como el tribunal cerró el caso y se pronunció con una sentencia inapelable.
“Y sin embargo, se mueve”
El epílogo de esta historia habría sido maravillosa en caso de ser verdad. Nos referimos a la supuesta frase que Galileo habría dicho después de su condena: Eppur si muove. “y sin embargo se mueve”, haciendo alusión, con ese carácter obstinado y soberbio que tenía, que, en realidad, su condena no iba a revertir la verdad científica que la tierra giraba alrededor del sol y no al revés. No obstante, es muy poco probable que Galileo haya manifestado tales palabras, ya sea entre dientes o a viva voz, ya que esto habría traído consecuencias funestas para él en ese proceso tenso al que estaba sometido.
Además, la forma en que conocemos la frase es algo sospechosa: la primera referencia que tenemos a esta supuesta apostilla de Galileo la enunció el escritor Guisepe Baretti, que vivió un siglo después de la muerte de Galilei. Aun así esa frase encaja perfectamente en el carácter y la fama de cabezotas que habría cosechado el científico florentino durante su vida.
El perdón de la iglesia ... 360 años después
A pesar de la condena a Galileo y la abjuración que este hizo de su obra, la historia de la ciencia ha dado como claro vencedor en este litigio al científico italiano. Aun así, la iglesia ha sido desde entonces muy reacia a considerar que se había equivocado en el juicio contra Galileo, a pesar de que poco a poco el método científico se fue consolidando. No fue hasta el siglo XX, es decir. más de tres siglos después, cuando una autoridad eclesiástica se pronunciaba al respecto para cuestionar el veredicto dado por la inquisición romana en 1632.
Fue el papa Juan Pablo Il, quien, en 1992, y frente a la Academia Pontificia de las Ciencias. reconoció claramente los errores de los teólogos que se enfrentaron a dilucidar la herejía de Galileo en el siglo XVII. A pesar de ello. La cuestión no se zanjó: Benedicto XVI volvió a defender el procedimiento en 2008. Y un año después, al calor de la polémica suscitada, la iglesia celebraba una misa en honor del científico y aceptaba su legado dentro de la doctrina católica.